La actividad organizada por la Colectividad Vasca de Chile y en el contexto del mes del Mar, se realizó en la Biblioteca del Estadio Español de Las Condes el pasado viernes 24 de mayo y estuvo a cargo de Roberto Casanova Esparza, Oficial de Marina Mercante de Chile y ex oficial de la Armada, nos contará las hazañas de este legendario almirante. En la oportunidad participó el tesorero de AEICH, don José Sobrevilla.
Con apenas veintiséis años, Blas de Lezo era ya cojo, tuerto y manco, pero también había empezado a formarse su leyenda y entre los marineros ya era casi un mito el marino vasco al que llamaban anka motz (“pata de palo” en vasco).
Lezo y Olavarrieta, Blas de. En 1714, durante el asedio a Barcelona, al mando del Campanela 7.IX.1741. Marino.
Nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza guipuzcoana con ciertas vinculaciones con el mar. En 1702 ingresó como guardiamarina en la Armada Francesa, pues las marinas de guerra española y francesa habían sido unidas tras la llegada al trono de España de Felipe V.
Su primera acción de guerra fue la batalla naval de Vélez Málaga (24 de agosto de 1704), donde una bala de cañón le arrancó la pierna izquierda por debajo de la rodilla, y en la que por su comportamiento Luis XIV le ascendió a alférez de vajel de alto bordo y Felipe V le concedió una merced de hábito. En las operaciones de bloqueo naval y asedio a Barcelona se distinguió combatiendo contra barcos ingleses que le superaban en número.
En otra acción contra navíos de la Armada de Saboya, fue herido en el ojo izquierdo perdiendo la visión en éste. Destinado al puerto de Rochefort apresó un total de once barcos enemigos. En 1707 fue ascendido a teniente de vagel de guardacosta y en 1710 a capitán de fragata.
Este último año combatió y apresó al navío inglés Stanhope de mayor tamaño y potencia de fuego, victoria que le hizo famoso. En 1712 la Armada española se independizó de la francesa y Lezo pasó a servir en la escuadra de Andrés de Pez, cuyos informes favorables serían determinantes para su ascenso, ese mismo año, a capitán de navío. En 1714, durante el asedio a Barcelona, al mando del Campanela, una bala de mosquete le dejó inútil el brazo derecho.
Con apenas veintiséis años, Blas de Lezo era ya cojo, tuerto y manco, pero también había empezado a formarse su leyenda y entre los marineros ya era casi un mito el marino vasco al que llamaban anka motz (“pata de palo” en vasco).
Pese a la victoria contra los holandeses, a la que hay que sumar otra más contra seis barcos ingleses, el nuevo virrey, José de Armendáriz, marqués de Castelfuerteue nombrado capitán del flamante buque Nuestra Señora del Pilar, también llamado León Franco o Lanfranco. Integrado en una escuadra hispano- francesa, mandada por Bartolomé de Urdinzu, partió hacia Perú con la misión de erradicar los ataques de corsarios y piratas.
La escuadra de Urdinzu pasó los siguientes tres años en misiones de patrulla y escolta y las durísimas condiciones de navegación en un océano paradójicamente llamado Pacífico produjo que tanto barcos como tripulaciones quedasen en pésimo estado, hasta el punto de que el mismo Urdinzu pidió su relevo por enfermedad y Lezo fue nombrado general de la Armada y jefe de la Escuadra del Mar del Sur el 16 de febrero de 1723.
Blas de Lezo estableció una magnífica relación de trabajo con el arzobispo virrey fray Diego Morcillo, pues ambos consideraban prioritario contar con una poderosa flota de guerra. Como jefe de la Escuadra del Mar del Sur, Lezó se ocupó de reorganizar y modernizar su escuadra y, a principios de 1725, capturó al corsario holandés, Flissinguen, y puso en fuga a otros cuatro barcos enemigos. El recibimiento de Lezo en Callao fue apoteósico y su fama corrió de puerto en puerto. En Lima, conoció a Josefa Pacheco de Bustos, hija de un acaudalado comerciante, con quien se casó el 5 de mayo de 1725.
Fuente: Real Academia de la Historia