Los riojanos que emigraron a Chile durante los siglos XIX y XX padecieron, en mayor o menor medida, la dureza de las circunstancias que surgían como consecuencia de su desplazamiento y arraigo en otro país. Incertidumbre, tristeza, austeridad, trabajo intenso, son palabras que definen bien la problemática que enfrentaban.
Para cubrir las carencias que afectaban a los inmigrantes y suavizar las condiciones de su asimilación al país, un grupo de españoles radicados en Santiago decidió crear en 1854 la primera institución filantrópica, con el nombre de «Sociedad de Beneficencia Española», cuyo objetivo primordial fue otorgar ayuda benéfica y humanitaria a los españoles carentes de recursos y en estado de necesidad.
En décadas posteriores se fueron creando una serie de instituciones dirigidas a cubrir las principales necesidades del colectivo español en Chile (culturales, recreativas, deportivas, sanitarias, etc.).
En todas ellas se integraron los riojanos, de tal manera que la vida cotidiana de gran parte de ellos estuvo fuertemente ligada con estas instituciones.
Una vez creadas aquellas entidades filantrópicas que daban respuesta a los requerimientos primarios del colectivo global español, surgió el deseo de los riojanos de establecer una asociación que los perfilara de manera más nítida, tanto en la manifestación externa de su presencia en el país, como en la conservación de sus costumbres y tradiciones. Este deseo se hizo realidad el 21 de Septiembre de 1918, fecha en que se acordó crear una institución regionalista riojana denominada «Sociedad Benéfica Provincia de Logroño», la que a partir de 1982 pasaría a denominarse «Sociedad Benéfica La Rioja».
La historia de su creación, desarrollo y actuación es rica y variada. Detrás de ella subyace tanto el esfuerzo continuo de los dirigentes que la crearon y de los que la han mantenido hasta hoy, como también múltiples vivencias de profundo contenido humano, que cobran vida al leer las actas.