El pasado 28 de febrero se celebraron los 41 años del histórico Referéndum que dio plena autonomía a la Comunidad Andaluza, en el año 1980. Como AIECH no quedamos ajeno a dicha celebración, y por intermedio de la Colectividad Andaluza de Chile, Institución parte de nuestra Asociación, conmemoramos el Día de Andalucía, un festividad típica de la zona, donde las banderas blancas y verdes ondean en las casas, y los niños desayunan pan con aceite y azúcar en los colegios.
Andalucía es una de las 17 comunidades autónomas de España y se localiza en el extremo suroeste de la Unión Europea. Encrucijada entre dos mares y dos continentes, separada de África por los 15 kilómetros del Estrecho de Gibraltar, esta singularidad geográfica ha marcado su historia y le ha otorgado una identidad abierta y multicultural. Desde la más remota antigüedad, la región ha aprovechado las aportaciones de los numerosos pueblos que han pasado por ella (fenicios, romanos, árabes, bereberes, castellanos, centroeuropeos…), al tiempo que las ha proyectado hacia el exterior dejando una huella profunda tanto en la cultura europea como el continente americano.
Los límites naturales de Andalucía son, por el sur, el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. En su zona norte se localiza Sierra Morena, cadena montañosa que la separa de las regiones de Extremadura y Castilla-La Mancha. A occidente queda Portugal y por el oriente Murcia.
El fracaso de las primeras tentativas de industrialización en el siglo XIX y la pervivencia de unas estructuras agrarias injustas han proyectado durante largo tiempo la imagen de una Andalucía marcada por el atraso y la marginación económica. No obstante, en los tres últimos decenios, coincidiendo con la recuperación de la democracia y el autogobierno, la comunidad autónoma ha conseguido desviarse de ese rumbo gracias a una profunda transformación económica y social, protagonizada por la iniciativa privada y apoyada desde las Administraciones públicas con cuantiosas inversiones en salud, educación, servicios sociales e infraestructuras.
Desde el inicio de la autonomía, la economía andaluza ha mantenido un fuerte ritmo de convergencia respecto a España y la Unión Europea, con crecimientos sensiblemente mayores en producción, creación de empleo y constitución de empresas, entre otros indicadores. De este modo, durante el periodo 1982-2016, la comunidad registró un crecimiento económico acumulado del 142,5%, superior en 46,3 puntos al de la Unión Europea, mientras que el ritmo de creación de puestos de trabajo fue casi el triple.
Los focos de dinamismo se localizan fundamentalmente en torno a la agricultura del Valle del Guadalquivir, los cultivos bajo plástico de la costas de Huelva y Almería, el turismo del litoral y las concentraciones industriales de Sevilla, Huelva, Córdoba, Granada, la Bahía de Cádiz, el Campo de Gibraltar y el oeste de la provincia de Jaén. A estas zonas se suman espacios de innovación como las tecnópolis de Cartuja en Sevilla o el Parque Tecnológico de Andalucía en Málaga.
Andalucía ha sido foco de civilización y escenario de una historia milenaria de convivencia entre culturas, sin la cual es difícil entender la propia evolución de España y Europa. Poblada desde la Edad de Piedra, aquí nacen y se desarrollan algunas de las culturas más avanzadas del continente europeo durante la Edad de Bronce.
La revolución del Neolítico y el descubrimiento de la agricultura llegan desde África pasando por Andalucía, un territorio que en adelante será también encrucijada de primer orden en el flujo civilizador que va del Mediterráneo oriental hacia el occidente europeo: griegos, fenicios, cartagineses y romanos dan cuenta de Andalucía como lugar privilegiado por la naturaleza, una imagen que aparece ya en los primeros textos de la Antigüedad Clásica y que será mantenida en el tiempo.
Al abrigo de la abundancia de sus recursos naturales, durante el primer milenio a.C. se desarrolló en una amplia zona del Bajo Guadalquivir la cultura tartésica, que, favorecida por la fertilidad de la tierra y la gran riqueza minera, dominó pronto las técnicas metalúrgicas y alcanzó un alto grado de organización social y de refinamiento cultural, como pone de manifiesto el tesoro del Carambolo, encontrado cerca de Sevilla. El reino de Tartessos comerció con las Islas Británicas y estableció contactos comerciales con otros pueblos del Mediterráneo, como los griegos y, sobre todo, los fenicios, que fundaron, entre otras, las colonias de Gadir (la actual Cádiz), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra).
Fuente: Juntadeandalucia.es