La singular vida del soriano Zacarías Gómez (1875-1961). Amigo y confidente de Gabriela Mistral

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Fue fundador y primer presidente en 1909 del Centro Español de Antofagasta y uno de los principales comerciantes de la ciudad. Años después su vida daría un giro radical cuando luego de acercarse a las doctrinas orientalistas se estableció en Santiago con una librería para difundirlas

Conoció en Antofagasta a Gabriela Mistral el año 1911, manteniendo ambos una estrecha amistad y colaboración de por vida

Por Juan Antonio García-Cuerdas

Ocenilla es una pequeña y antiquísima localidad situada 14 kms al noroeste de la ciudad de Soria, a una altitud aproximada de 1.100 m. Se caracteriza por sus largos inviernos con frecuentes heladas y sus veranos cortos y calurosos. El suelo agrícola que rodea el núcleo poblacional permitió antaño a sus habitantes desarrollar cultivos agrarios (cereales, legumbres, hortalizas) a pequeña escala y criar ganadería lanar. Para fines del XIX (1877) su población alcanzaba a 336 habitantes, cifra que en las siguientes décadas iría disminuyendo al emigrar sus moradores a otras latitudes. Fueron los jóvenes principalmente, al término de sus estudios primarios en la escuela local, los que emprendieron este éxodo, buscando tanto un mejor porvenir económico como evitar ser enrolados para prestar el temido servicio militar, que los podía conducir al frente de Marruecos donde España se enfrentaba a crueles guerras intermitentes. 

Zacarías Gómez el año 1918.

Durante la última década del ochocientos Zacarías Gómez Delgado se embarcó hacia Chile, llegando a la casa de unos parientes en Chillán, para enseguida dirigir sus pasos hacia el comercio de Antofagasta, una ciudad en pleno auge económico que se beneficiaba de la liquidez proveniente de la explotación del salitre en la zona. Pocos años demoró en lograr emanciparse y abrir su primer comercio, La Tienda Inglesa, a la que le siguió en 1906 La Colmena, en la comercial calle Prat. En esos años iniciales del nuevo siglo llamó para trabajar junto a él a su hermano Agustín y a su primo Segundo Gómez y Gómez (quien será el progenitor de los Gómez Gallo, familia que más tarde destacará en el rubro empresarial y en la política nacional). No serían los únicos, varios jóvenes españoles más se formaron al alero de sus establecimientos comerciales, despegando desde allí en busca de su propia independencia.

Tienda La Colmena en la calle Prat 589, año 1919.

Los negocios caminaban bien y su situación económica rápidamente se consolidó, lo que le permitió efectuar inversiones inmobiliarias y dedicarse a otros quehaceres paralelos. Desde su llegada a la ciudad se incorporó a las escasas instituciones españolas existentes. Pero, observando que faltaba una de carácter social y cultural, se decidió a encabezar la creación del Centro Español en 1909, resultando elegido presidente en la primera asamblea con la presencia de 143 compatriotas. Fue también vicepresidente de la Sociedad Española de Beneficencia, concejal (regidor) del municipio de la ciudad y miembro fundador de la Cámara de Comercio local. Su logro público más notorio durante esos años fue la ejecución del encargo que la colectividad española residente le efectuó a él y al vicecónsul Alejandro Granada, de un imponente conjunto escultórico que fue regalado a la ciudad con motivo de las celebraciones en 1910 del centenario del inicio del proceso de la Independencia de Chile. Esta onerosa donación refleja la pujanza de la colonia de Antofagasta que sumaba por entonces cerca de 1.400 españoles.  

Monumento en la plaza Colón de Antofagasta donado en 1910. (Foto: Felipe Carvallo Rodríguez)

El escritor Gerardo Claps lo describía así: “Poseía un físico que lo hacía inconfundible. Con su barba y delgadez, pero sobre todo con su hablar fluido y profundo, parecía un profeta”. Gracias a sus incesantes lecturas, agrega Claps, había adquirido una impresionante cultura “que fluía espontáneamente en sus conversaciones y encantaba a sus interlocutores. Ello le valió ser el centro de continuas tertulias y ejercer un indiscutido ascendiente dentro de la colectividad española”. 

El año 1907 se casó con Carolina Marzheimer, de origen alemán. Cuatro hijos nacidos en los siguientes años (Zacarías, Guillermo, Hernán y Bernardino) vinieron a conformar la familia.

Sus inicios en el Teosofismo

Durante la primera década del siglo XX Zacarías Gómez, que “era un espíritu adelantado a su época”, se integró a la Sociedad Teosófica Destellos, de Antofagasta. Este movimiento había surgido el año 1875 cuando se creó la Sociedad Teosófica en Estados Unidos. Según Joan Soler, era una tendencia de carácter religioso, orientalista y heterodoxo, que compartió espacios sociales con el espiritismo, el esoterismo moderno, el vegetarianismo, el feminismo, el naturismo, el higienismo y, sobre todo, la masonería. Buscaba una renovación espiritual con la mirada puesta en Oriente. En Chile se formaron agrupaciones teosóficas en distintas ciudades. Zacarías Gómez hizo propios los postulados del movimiento. Inició una intensa búsqueda espiritual en medio de la cual se hizo naturista, vegetariano y practicó la meditación, en ocasiones, mientras tomaba baños de sol, prácticas que mantendría hasta su muerte en 1961. De forma paulatina se fue alejando de sus actividades comerciales. Para ello, a fines de la década de 1910 ya había incorporado en sus negocios como socio gestor a su compatriota Antonio Quiñones, quedando él como socio comanditario (capitalista).

Gabriela Mistral llega a Antofagasta y traba amistad con Zacarías Gómez

El año 1911 Gabriela Mistral fue trasladada al Liceo Femenino de Antofagasta como inspectora general y profesora de castellano. Ese mismo año se incorporó a algunas actividades de la logia Destellos, en cuyas reuniones la joven de 22 años pudo conocer y departir con Zacarías Gómez. Este, junto con captar el talento en ciernes y las angustias de la joven, que no se avenía con las principales figuras intelectuales de la ciudad, la acogió fraternalmente. Por su parte, ella, impresionada por la profunda cultura teosófica y orientalista y las excelsas cualidades humanas del soriano, lo convertiría en su amigo y confidente. Una amistad que, a pesar del escaso año y medio que la Mistral estuvo en Antofagasta, se iría consolidando epistolarmente en el tiempo, en especial luego de que la poetisa dejara Chile en 1922, regresando solo tres veces al país (1925, 1938 y 1954). Durante las siguientes décadas se generaría una profusa correspondencia entre ambos, en la que ella depositaría sus cuitas y pensamientos más personales en su amigo. Este, por discreción, se preocuparía antes de morir de destruir la mayor parte de las cartas. No obstante, se conservaron un gran número de las recibidas por ella. La confianza que la poetisa depositó en su amigo fue tal que le otorgó poderes para cobrar sus colaboraciones en la prensa y sus haberes en las editoriales, sirviendo además como intermediario entre ella y su hermana Emelina, a quien apoyaba económicamente. El contenido del intercambio epistolar pone de manifiesto la conducta fiel y desinteresada de Zacarías Gómez cuando se consagraba a satisfacer los encargos de la futura Nobel. Como también el uso que hacía aquel de una prosa cuidada, no exenta de lirismo y matizada en ocasiones por reflexiones espirituales.

A la izquierda Zacarías Gómez, al centro Gabriela Mistral y a la derecha Emelina, hermana de la poetisa. (Foto: Museo Gabriela Mistral de Vicuña).

Zacarías Gómez compra en Santiago la Librería Orientalista

Luego de la Gran Depresión económica de 1929 y del desplome final de los precios del salitre en 1933, Antofagasta cayó en un prolongado letargo que le trajo sinsabores económicos. Se desplazó hacia La Serena y antes de 1940 decidió establecerse definitivamente en Santiago.

En la capital compró la Librería Orientalista, la única especializada en estos temas. Estaba situada en el Pasaje Hunneus, al que se accedía por la calle Catedral 1145, frente al edificio del entonces Congreso Nacional. Desde allí siguió contribuyendo a la orientación espiritual de Gabriela Mistral ya no solo como consejero, también proveyéndola de las primicias en cuanto a libros y revistas de inspiración teosófica y orientalista, ideas a las que la poeta fue afín gran parte de su vida. Este trato epistolar y el suministro de libros se mantendrían hasta 1956. A inicios de enero del siguiente año Gabriela Mistral fallecería.

Fragmento inicial de una carta fechada en 1943, enviada por Zacarías Gómez a Gabriela Mistral. (Fuente: Biblioteca Nacional Digital de Chile).

El poeta y periodista Carlos Sander describió así al librero soriano: “Ahí [en su librería] era un oficiante de ritos antiguos, un cuidador de los libros sabios. Obras de temas espiritualistas: filosofía, yoga, teosofía, rosacrucismo, cristianismo, masonería, naturismo, literatura oriental y filosofía general… Parecía un patriarca y un profeta, y lo fue dentro del ambiente chileno. Hay hombres que tienen estatura de maestros. Él ejerció un maestrazgo, que todos sabían reconocer”. Su librería adquirió fama como centro de notables tertulias animadas por destacados intelectuales. 

El 17 de julio de 1961 fallecía Zacarías Gómez a los 85 años como consecuencia de un infarto al miocardio. Su cultura erudita, su rectitud y su calidad de hombre de bien que derrochaba bondad fueron apreciadas en vida y tras su muerte por familiares y extraños, entre quienes se había granjeado afectos entrañables. Pero fue su vocación de servicio al prójimo la que dejó huellas indelebles en el tiempo. En particular, el apoyo y colaboración incondicional que prodigó a Gabriela Mistral, el que ha sido estudiado por los investigadores “mistralianos” locales y extranjeros que han escudriñado en las cartas intercambiadas entre este soriano y la Nobel buscando pistas que permitan descubrir nuevas facetas de la vida de ella. No se equivocaba la poetisa cuando en una carta que dirigía a su amigo el año 1954 le decía: “Nosotros tenemos una amistad per vita (por toda la vida) sí, y también después de ella”. 

Zacarías Gómez perteneció a esa clase de españoles que sin buscar reconocimientos o distinciones, estaban convencidos de que sirviendo a Chile y a la comunidad de manera silente lograban honrar de la mejor forma posible a España.

Fuentes principales:

(1) Gerardo Claps, “Zacarías Gómez Delgado”, en Forjadores de Antofagasta: 148 años de historia (Antofagasta: Corporación Pro Antofagasta), 2014, p. 154.

(2) Gerardo Claps, “Discurso”, en Don Zacarías Gómez, un español que hizo camino en Antofagasta (Antofagasta: s.n., 2002), 15.

(3) Martin C. Taylor, Gabriela Mistral’s Struggle with God and Man. A Biographical and Critical Study of the Chilean Poet (Jefferson, NC: McFarland, 2012), 60, 223.

(4) Entrevista a su sobrino Segundo Gómez Gallo efectuada en agosto de 2010. (5) José Antonio Gónzalez Pizarro, “La otra Gabriela Mistral. Cultura, ideología e intimidad en la correspondencia con Zacarías Gómez”, Anales de Literatura Hispanoamericana 18 (Enero 1989): 108 nota 4. (6) Ibíd., 133.

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