Cristóbal Colón, el 12 de octubre y el revisionismo histórico

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                                                                                   Por Ignacio Torrontegui M.

Hace ya más de un año que se produjo la misteriosa desaparición desde su tradicional ubicación en el Parque Forestal, del busto del descubridor genovés, don Cristóbal Colón. Luego de seguir la pista del desaparecido monumento, hemos logrado saber que fue removido por la autoridad municipal, a fin de para asegurar su integridad, para luego ser sometido a pericias técnicas.

Nuestro país no es inmune a los efectos de la gigantesca ola destructiva que afecta a todo el mundo. Miles son los monumentos mutilados, decapitados, demolidos o incendiados. En Chile, 400 monumentos de un total de 661 presentan algún grado de deterioro. Entre los monumentos más asediados, se hallan los de Pedro de Valdivia, Diego de Almagro, Hernando de Aguirre y también los de varios protagonistas de nuestra historia republicana.

La actual agitación social, solo ha sido un acelerante para un incendio ya desatado. Un incendio que campea a sus anchas por diversas universidades americanas y europeas, que ha permeado los planes de estudios escolares y velozmente propagado a través de internet y redes sociales. A dicha corriente se le denomina “revisionismo histórico”. La destrucción de los íconos físicos está necesariamente precedida por otra destrucción, la destrucción de la honra de las personas que han merecido un monumento. Es la misma que inspiró hace solo unos días a quienes intentaron arrebatarnos la histórica conmemoración del día doce de octubre.

El revisionismo intenta reinterpretar hechos, encontrándose condicionado por los valores propios de quien observa el pasado. Es claramente subjetivo, carece de rigor científico y abre las puertas a una mirada ideológica que controla el juicio del espectador muchas veces carente de criterio propio. Mira el pasado solo con los ojos del presente.

 Si bien existen algunos verdaderos historiadores que han adoptado y contribuido a crear esta corriente, como es el caso del profesor y premio nacional de historia Gabriel Salazar, en la mayor parte de los casos su difusión ha estado a cargo de ciertos irresponsables que sólo presumen de historiadores. Se encuentran realmente abocados a la masiva venta de libros, plagados de subjetivas y calumniosas opiniones. Estas publicaciones solo ayudan a envenenar e indisponer a sus lectores, – mayormente jóvenes, – con la memoria de los próceres de nuestra historia, tanto colonial como republicana.     

Juzgar los hechos históricos, haciéndolos pasar por el tamiz de los valores de hoy, sin considerar aquellos imperantes a la época de su ocurrencia, resulta ser un completo despropósito, un atentado a la razón.

Esperemos que la tolerancia y el respeto vuelvan a imponerse en nuestra sociedad y podamos nuevamente homenajear al gran navegante genovés, en cualquiera sea la playa que escoja para su nuevo desembarco.

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